domingo, 10 de marzo de 2013

Capítulo 4

CAPÍTULO 4: LA RESPUESTA

  Me acerco aún más y le doy un beso en la boca al cuál él me responde.
  -Kat, ¿dónde estás?- oigo gritar a mis amigos.
  -Creo que te vas- me dice él separando sus labios de los mios.
  -Toma.- le digo mientras le doy un corazón de madera, del que nunca me separo, con mi cara tallada por un lado y por el otro la suya- Creo que es tuyo- digo sonriendo.
  -¿Dónde lo encontraste? Pensé que lo había perdido para siempre- me dice Will asombrado.
  -Debajo de una rama del árbol en el que siempre estás en el colegio- le respondo.
  -Kaaaaaat, responde, por favor.- vuelvo a oír a mis amigos gritar.
  -¿Mañana vuelves al bosque?- me pregunta sonriendo.
  -Por la mañana sí, por la tarde no creo.- noto en sus ojos algo de picardía por lo que empiezo a preocuparme.
  -¿Nos vemos aquí por la mañana?- me dice sonriendo.
  -Vale, pero no me vuelvas a recibir de esta manera- digo yo y ambos nos empezamos a reír.
  Le doy un beso rápido, disfrutando del momento, y corro hacia nuestro punto de encuentro: el gran pino.
  -Chicos, ya la tengo- les digo sonriendo y olvidando el enfado.
  -Y algo más- me dice Saeta sonriendo mientras mira detrás de mí.
  Me giro y veo al chico del los ojos grises de la Veta con el que estuve hace apenas un minuto  corriendo hacia mí, diciéndome algo que no logro entender.
  Salgo corriendo hacia él justo a tiempo: un gran muto con forma de lagarto está ahora mismo dónde estaba yo hace un segundo. Ya comprendo lo que me estaba diciendo: ¡Sal de ahí! ¡Corre!
 Todo pasa muy rápido: mis compañeros de apuesta salen corriendo, Will se pone delante de mí mientras el muto se me venía encima y este último lanza algo de color plateado que reluce a la luz del sol hacia él. Will lanza su cuchillo unos segundos después e intenta esquivar aquella lluvia plateada, pero sin éxito.
  Su cuchillo se clava en la cabeza del muto y este cae al suelo respirando entrecortadamente. Will se acerca y lo remata.
  Corro hacia él y me quedo a su lado examinando el muto. Es verde, con una horrenda cara de serpiente con su característica lengua y unos dientes muy afilados. Debe de ser el doble de grande que un humano. Tiene las patas traseras más desarrolladas que las delanteras. La forma de su cuerpo se parece a la de un dinosaurio. Me fijo en su lomo: tiene cuchillas muy afiladas, dispuestas como una coraza y le faltan algunas.
  En este punto es cuando caigo: lo que le había lanzado a Will eran cuchillas. Cuando miro a Will este intenta esbozar una sonrisa y se cae rendido en mis brazos. Empiezo a notar como un líquido caliente corre por mi pierna, intento mantenerme de pie pero pesa mucho y terminamos los dos en el suelo.
  Arrastro a Will como puedo y lo apoyo en el tronco de un árbol y le miro la pierna: tiene un corte muy profundo y con mala pinta. Busco plantas curativas como las que me enseñó mi padre intentando no perderlo de vista.
  Encuentro una para las heridas profundas y me agacho para recogerla, cuando me levanto y miro el árbol en el que dejé a Will mi corazón se para: ya no está.

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