sábado, 23 de febrero de 2013

Capítulo 2


Capítulo 2: LA APUESTA

  No. Eso significa que había olvidado lo de la apuesta, que aceptaba que Leah fuese sola al bosque. No. Quiero que si alguno de nosotros sale herido ella cargue con la culpa. Se que es una idea muy retorcida por mi parte, pero estoy muy enfadada. Así que rectifico:
  -Quiero decir, nos toca cumplir tu parte.-Josh y Saeta posaron sus ojos en los míos. Al principio estos expresaban confusión y después ira, una ira despreciable hacia mí; en el colegio habíamos "prometido" entre los tres perdonar a Leah, aunque yo no estaba muy de acuerdo. Ahora he roto esa promesa, pero no me arrepiento. Sigo enfadada y pasará un tiempo hasta que deje de estarlo.

  El silencio vuelve y los tres me miran al mismo tiempo. Yo rehuyo las miradas una última vez.

  Empiezo a caminar hacia el bosque y ellos me siguen en silencio, no cruzamos ni una mirada, aunque noto que Josh y Saeta me están fulminando con ella. Llegamos al punto en el cuál no nos adentramos más, pero para ganar la apuesta eso no llegará; tenemos que llegar al gran pino y coger una prímula.

  El camino fue largo y silencioso, solo se oían a los sinsajos cantar, pero no en mi interior: una avalancha de preguntas y afirmaciones empezó a invadirme. "¿Por qué lo hiciste?". "Es tu amiga". "No los deberías haber metido en esto". "Ves, eso es lo que pasa por hablar antes de pensar"...

  Intento apartar esos pensamientos y centrarme en el canto de los sinsajos y lo consigo, creo que damasiado bien porque casi choco un par de veces con el árbol que tengo delante.

  Una voz me despierta de mis distracciones:
  -Ahora a separarse- no sé quién lo dijo- Kat, tú ve por ahí- ahora si sé quién lo dijo, fue Josh. Pero su voz no me sonó enfadada, triste o contenta, sino hueca. Lo que es aún peor.

  Hago caso sin rechistar y me voy por dónde me señaló sin alejarme mucho del árbol; era nuestro punto de encuentro. Doy unos cuantos pasos y veo la pequeña flor al lado de un árbol, corro a por ella; quiero salir de aquí cuanto antes, no conozco el terreno. Me agacho para cogerla y entonces un cuchillo se clava en el tronco del árbol que tengo detrás a un centímetro de mi cabeza.

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